Amarla es difícil, de Francisco Urondo
Es buena, cuando duerme; el calor de su cuerpo es un puñal de vidrio que remonta los sueños.
View ArticleAhora que tu vientre, de Francisco Nágera
Recordaré tus brazos y tu vientre de silencios, Tu espalda desnuda, voraz espuma para mi soledad, Y tu pecho, adorable fuente de mi vacío?
View ArticleEl amor empieza, de Roberto Juarroz
El amor empieza cuando se rompen los dedos y se dan vuelta las solapas del traje, cuando ya no hace falta pero tampoco sobra la vejez de mirarse, cuando la torre de los recuerdos, baja o alta, se...
View ArticleDonde sólo se habla del amor, de Juan Bañuelos
A los hombres, a las mujeres que aguardan vivir sin soledad, al espeso camaleón callado como el agua, al aire arisco (es el aire un pájaro atrapado), a los que duermen mientras sostengo mi vigilia, a...
View ArticleRosa transitoria, de Antonio Fernández Spencer
Todo en lúcida forma te señala: el sufrimiento, el alma sin noticia, y tu forma de pájaro que escala lo puro de ese cielo que se inicia.
View ArticleUno se cansa de estar solo, de Miguel Angel Zapata
Uno se cansa de estar solo delirando con su ventana en medio de la calle, entre la nieve que arrastra su blancor por los callejones olvidados.
View ArticleNostalgia del primer amor, de Dionisio Ridruejo
Tu soledad de nieve reclinada, virginal y sencilla, en mi memoria, como agua fiel de fatigada noria viene a regar mi voz enamorada.
View ArticleMe desordeno amor, me desordeno, de Carilda Oliver Labra
Me desordeno, amor, me desordeno cuando voy en tu boca, demorada, y casi sin por qué, casi por nada, te toco con la punta de mi seno.
View ArticleEl poema de Norma, de Agustín Labrada Aguilera
He cruzado esta isla como fiesta de pobre y creo en sus prodigios, pero toda la angustia cae dormida a mis ojos y no llego a decir más que la noche.
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